sábado, 11 de julio de 2009

Discurso pronunciado por marita troiano
directora de la comisión de escritoras del pen del Perú
ceremonia de premiación I concurso de poesía de mujeres scriptura

Centro Cultural de España de Lima - 30 de junio de 2009

Buenas noches y muchas gracias por su asistencia.

Hemos venido soñando desde hace mucho, con esta noche de fiesta, una noche de celebración de la poesía escrita por las mujeres del Perú. Y es una feliz casualidad que esto ocurra casi a los 9 meses –el tiempo que tarda la mágica gestación de un ser humano–, desde aquella mañana de octubre cuando visitamos en su despacho al Dr. Ricardo Ramón, solicitando a su Dirección, que el CC de España acompañe a la Comisión de Escritoras del PEN Internacional del Perú, en la convocatoria y realización de este I Concurso de poesía para mujeres peruanas que no habían publicado sus obras con anterioridad, un certamen que lanzaríamos a nivel nacional y que en sus bases, planteaba un punto muy importante : no existía el discriminatorio criterio del límite de edad para las participantes.

Sobra decir que desde esa primera vez, Ricardo Ramón, Director del CC de España entonces, siempre identificado con el espíritu democrático que alienta este tipo de actividades, nos brindó de inmediato su generoso apoyo.

Y así, CC de España y Comisión de Escritoras empezamos a trabajar juntos en un proyecto que desde su concepción apuntaba a democratizar el arte creando nuevos espacios y promover la escritura entre las mujeres del Perú.

Al cabo de un corto tiempo, miles de volantes y afiches viajaron por todo el país. Nuestra Comisión, con fines de una mayor difusión del certamen, inauguró un blog y también un programa radial de 20 minutos de duración en radio Unión, los cuales mantenemos vigentes a la fecha y se llaman precisamente Scriptura.

Luego de algunas semanas, empezó a darse la masiva respuesta de las poetas, y el CC de España llegó a albergar 214 poemarios preñados de esperanza.

Han transcurrido nueve meses desde entonces, y debo decir esta noche, que las palabras no nos alcanzan para expresar nuestra alegría por el éxito de esta convocatoria, para agradecer el apoyo incondicional de quienes conforman el CC de España, y tampoco nos alcanzan las palabras para congratularnos todas y cada una de las integrantes de la Directiva de la Comisión de Escritoras por la labor cumplida.

Primero como integrantes de una institución cuya finalidad es promover y divulgar las obras escritas por las mujeres en nuestro país, y luego, como escritoras solidarias que sabemos partir lanzas para alcanzar una meta en favor de nuestras hermanas escritoras de todo el país, pues es sabido que muchas veces el esfuerzo individual no es suficiente para difundir nuestras obras, y tampoco debe dejarse esta legítima facultad en manos del azar. Por eso, al llegar a este neurálgico punto es donde debemos comprender y valorar la importancia del accionar de otras fuerzas que colaboran en impulsan y alentar la fuerza creadora, instituciones como el CC de España y la Comisión de Escritoras del PEN que han desplegado esfuerzos y cumplen a cabalidad con estos fines, como ha ocurrido esta vez con la realización del concurso Scriptura.

Un certamen que al estimular la escritura entre las mujeres peruanas, de alguna manera consigue cancelar distancias que median entre la obra literaria inédita y los lectores, que alienta sin prejuicios el surgimiento de nuevas voces creando espacios renovados y expresando como filosofía absoluta de su accionar, la democratización del arte.

Todo ello ilumina los resultados de hoy. Y aunque en un mundo de exacerbada individualidad, como el que nos toca vivir hoy, estos temas parezcan para algunos como algo quijotesco o acaso producto de la ingenuidad, debo decir al respecto que tal vez tengan razón, que quijotesco e ingenuidad son conceptos que aceptamos con orgullo para nuestra tarea solidaria y plena de altruismo, pues en lo esencial, ideales como éstos constituyen los pilares sobre los que reposa la verdadera razón del arte: Procurar la comunicación entre los seres humanos, y al mismo tiempo, todo proceso de búsqueda y exploración personal a través del arte, - y particularmente a través de la poesía-, se enriquece cuando favorece la comunicación entre nuestros semejantes.

Esto, para el desordenado mundo globalizado y globalizante de hoy, es sin duda una necesidad impostergable, tanto, como eliminar toda suerte de obstáculos y pautas que limiten el proceso creativo, que redunden en perjuicio de la mujer que escribe y publica al negar su acceso a espacios importantes de la literatura de las naciones, respondiendo a mandos de una absurda discriminación que data de muy atrás en el tiempo, y que con el paso de los siglos ya se hizo una especie de common sense, gracias a un examen poco riguroso de la historia, de la historia de la escritura en el mundo que ha llevado a internalizar la absurda idea que la mujer estuvo ausente de la historia y por ende de la escritura, actividad a la que los historiadores, compiladores y agentes de las grandes enciclopedias han presentado como una actividad a la cual la mujer era ajena, o de anecdótica participación; y siempre, como una constante, en las dudosas páginas de esta sesgada historia universal, las mujeres jamás aparecemos en calidad de protagonistas, y solo en algunas ocasiones, surgen nombres aislados de reinas, santas y por cierto, cortesanas.

Sin embargo, y aunque se sabe por la otra historia que se ha empezado escribir a partir de la década de los 70 y 80, rescatando la participación activa de las mujeres en todos los aspectos de la vida en sociedad, es que hoy sabemos que las voces de muchas mujeres se alzaron en un justo reclamo, que mantuvieron esta voz en alto persistiendo en la lucha hasta conseguir modificar significativamente aquel poderoso engranaje intelectual que nos denigraba y que venía sustentado por una prédica ideológica y religiosa, primero, con los mitos de Eva y Pandora, luego, filosóficamente por la misoginia de Platón, y biológicamente por las descabelladas teorías sobre el cuerpo y la naturaleza femenina de Aristóteles.

Pero hubo también algunas voces de hombres de preclara inteligencia que se elevaron en defensa de una justa consideración de las mujeres. Por ejemplo, el cartesiano François de la Barre, en el año 1673, afirmaba en sus escritos que el intelecto no tiene sexo, y con esa afirmación pretendía zanjar “empírica y científicamente” la vieja polémica sobre la educación y la igualdad de los sexos, surgida de la supuesta incapacidad adjudicada a las mujeres en temas del conocimiento.

Afortunadamente hace poco más de un siglo han empezado a cambiar el orden de las cosas y estoy convencida en que va a llegar el momento cuando las cadenas de la ortodoxia y otros lastres ideológicos se rompan para que desaparezca definitivamente el error y disfrutemos de un mundo más equitativo.

Escritoras peruanas que nos antecedieron como Mercedes Cabello de Carbonera, Teresa Gonzáles de Fanning y Magda Portal entre muchas otras, predicaron con el ejemplo a favor de una realidad distinta para la expresión artística, abogaron por la libertad de su escritura, y es gracias a estas esforzadas mujeres que no subordinaron su palabra a ningún compromiso salvo al de su propia creación, es que estamos las mujeres del siglo XX y XXI en otras y mejores condiciones, y particularmente las escritoras, aunque no estamos en el mejor de los mundos, respiramos aires de una mayor libertad, y estamos esta noche convocando, uniendo fuerzas por que se escuchen nuevas voces de las mujeres peruanas, animando en ellas la escritura, como una actividad que se nutre del intelecto y del corazón y que jamás nos ha sido ajena pues todos y todas sabemos que, la palabra escrita tiene una fuerza colosal, la palabra escrita por las mujeres será la que definitivamente cambie este mundo para mejor.

En este tono en sí mayor, y con clave de Sol, celebremos esta noche a una nueva poeta que surge en el parnaso literario del Perú con su libro VOCES.

Prolonguemos esta placentera situación en aromas de su poesía más allá de una cálida ceremonia de premiación, pues no debemos perder de vista una verdad: la creación, ese verter el alma constante, no se condiciona por definiciones, arbitrarias categorías ni premios literarios, sino y sobre todo, por la esencia que la define: la libre expresión de nuestra interioridad en aras de la comunicación entre los seres humanos

Por ello, no restemos méritos a las atribuciones que ofrece la comunicación y a su sentido más hondo, a través del cual podemos respirar del aliento mismo del ánima creadora, ni dejemos de reconocer que toda evolución va sellada por el empeño, por el sacrificio, por la autocrítica, por la perseverancia, y por el valor con el que sepamos defender nuestras obras, pero sobre todo, por esa luminosa actitud que nos hace solidarios con los demás.

Carmen Valdivia sabe bien que escribir poesía es una forma de vivir, una manera de entender la existencia más allá de lo exclusivamente pagano, material o tangible, y por ello en sus versos se siente aquella búsqueda de una plenitud subsistencial que se obtiene en la medida que nos hagamos consustanciales con ese otro, con esa otra a la cual devolvemos la realidad convertida en arte a través de la magia de las palabras, y cuando en versos, convertimos la resonancia de nuestras vidas en una experiencia común que vincula y unifica.

Y ocurre que muchas veces anhelamos la eternidad de las cosas, de las obras, sin saber que la verdadera eternidad de nuestros actos y de nuestra palabra se da cuando buscamos hacer el bien común, cuando al hurgar en los abismos del alma, a través de la poesía infundimos vida y otorgamos respuestas a los demás, cuando tenemos presente a la naturaleza y a la Divinidad que nos hace parte de ella, y finalmente, conseguimos la verdadera eternidad de nuestros actos y obras, al fundir nuestros sueños con el sueño del otro y nuestra voz obtiene una extraña fortaleza y una energía admirable.

Esta primera versión de nuestro concurso Scriptura es una positiva experiencia compartida con el Centro Cultural de España, en el afán de buscar más allá de los estándares y de las voces tradicionalmente vinculadas a la poesía, las voces de otras mujeres, quienes con su talento y élan creador, estamos seguras que seguirán sorprendiendo a un Jurado Calificador del más alto nivel como el que nos ha acompaña hoy, y que con esta masiva participación han sabido expresar el interés de las mujeres del Perú por hacer sentir voz.

Y aunque una sola obra es la ganadora por el solo hecho de haber participado en este certamen, considero que todas y cada una de las 214 participantes se han hecho acreedoras a un gran premio colectivo: hacerse sentir a través de la poesía. Acaso la forma más sublime y a la vez la más poderosa de dejarse oír en este mundo. Y quizás… en otros también.

Muchas gracias.

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